UN DIA COMO HOY  DE 1572: El conquense Fray Luis de León es encarcelado por la Inquisición

Siempre se ha sabido que la inteligencia y sobre todo el conocimiento son elementos envidiables para los holgazanes a los que les gusta poco pasar el tiempo junto a los libros, aunque hoy debiéramos decir “el ordenador”, deslindándolo de quienes lo utilizan para los juegos, el ocio o el cotilleo.

Lo cierto es que el conquense, Fray Luis de León, dejó buena muestra de su inteligencia y de sus conocimientos a lo largo de su vida. No en vano ha sido considerado uno de los tres grandes exponentes del Siglo de Oro de las letras en la literatura religiosa, junto con San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.

Este fraile agustino, nacido en Belmonte (Cuenca), formaba parte de todo lo que era criticable para los dominicos, en aquel momento movedores de los hilos de la “Santa” Inquisición, sobre todo al defender la traducción de la Biblia y el Cantar de los Cantares, al lenguaje vulgar, para que todo el mundo lo entendiera, en un momento en el que la iglesia solo utilizaba el hebreo o el latín.

El conquense ejercía de catedrático de Escritura en la Universidad de Salamanca y se carteaba con su prima, Isabel de Osorio, que había encomendado su vida también a los hábitos y se había hecho monja en un convento de la misma provincia.

Ambos intercambiaban literatura epistolar y hablaban de aquello que les gustaba, entre otras cosas la lectura de la Biblia, pero Isabel se quejaba de que ella no conocía ni el hebreo, ni el latín. Fray Luis de León decidió traducir a la lengua vulgar los textos sagrados, para su prima, a pesar de que el reciente Concilio de Trento lo prohibía.

Tan pronto como sus enemigos, los dominicos, tuvieron noticia de ello, fue presentada una denuncia, en concreto por el catedrático de Griego, León Castro, que no se conformó con denunciar al de Benavente, sino que además hizo lo propio con Gaspar de Grajal y Alonso Gudiel.

Los tres fueron apresados por la Inquisición, y mientras los dos últimos morían en cautiverio, Fray Luis de León inició una lucha jurídica importante que duró cuatro años, hasta que finalmente lo dejaron en libertad.

El fraile renunció a su cátedra en favor del profesor que lo había sustituido durante su cautiverio, pero la Universidad consciente de su valía le adjudicó la Cátedra de Teología.

Su primer día de clase comenzó como todos los días, con su inefable frase, repetida a diario, aunque esta vez con una ausencia de cuatro años: “… como decíamos ayer…”

P. Moratilla